¡CONÓCENOS!

HISTORIA, ESENCIA Y TRADICIÓN​

Bienvenidos a un lugar donde la historia cobra vida y la naturaleza enmarca cada momento especial. Torreón de Don Jacinto es más que una finca; es un escenario único en Madrid que ha sido testigo de grandes historias de amor, eventos inolvidables y rodajes muy especiales.
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Rosales.

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Pinos.

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m2

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Años de historia.

¿SABÍAS QUÉ...?

EL TORREÓN EN DATOS

Cada rincón del Torreón de Don Jacinto guarda historias, momentos inolvidables y cifras que reflejan su encanto. Alrededor de 600 bodas celebradas, miles de risas compartidas y un sinfín de recuerdos creados en un entorno único. Sus más de 50.000 m² de bosques de pinos han sido testigos de incontables promesas de amor, brindis emocionantes y encuentros inolvidables.

HISTORIA
EL HOGAR DE JACINTO BENAVENTE

Un torreón con historia: del telégrafo a una casa señorial

Nuestra historia comienza en el siglo XIX, cuando este torreón se construyó como una estación de telégrafo óptico, formando parte de la Red de Telégrafos Ópticos construidos a partir de 1850. Años más tarde, fue transformado en una majestuosa casa señorial por el dramaturgo Jacinto Benavente, quien supo dotarlo de una esencia única. La piedra que reviste su fachada y la madera que protagoniza sus interiores evocan el encanto de otra época, mientras que su emblemática balconada y la habitación de la tercera planta, «El Torreón», ofrecen vistas panorámicas de la finca, Madrid y la Sierra de Guadarrama.

Muchos de los caminos y senderos que recorren la finca, junto con sus encantadores miradores y bancos de piedra, han perdurado intactos desde aquella época. Se dice que Jacinto Benavente pasaba horas disfrutando del paisaje, dejando volar su inspiración entre estos rincones. Sentado en sus bancos de piedra, escribía, conversaba con amigos y encontraba en la naturaleza la musa perfecta para sus historias.

Cómo era el Torreón de Don Jacinto

A mediados de los ’80, la finca fue adquirida por la actual familia propietaria, dando inicio a una ambiciosa restauración que se extendió casi dos años. El reto consistía en conservar la esencia original de la fachada y el estilo auténtico, mientras se integraban las comodidades modernas necesarias. En ese momento, la finca contaba con trece habitaciones y un único cuarto de baño completo; un oscuro cuarto de costura, hoy transformado en el balcón principal, y una escalera angosta y empobrecida por el tiempo. El Torreón, la sala que da nombre a la finca, lucía entonces ventanas bajas divididas en cuarterones, reflejo de su aspecto original.

Restauración de la finca

La transformación fue total. La madera, tan característica en cada rincón, fue renovada por completo, y El Torreón ahora se engalana con ventanales amplios y continuos, ofreciendo vistas de 360º que abarcan la finca, la ciudad de Madrid y la imponente Sierra de Guadarrama. Las trece habitaciones originales se reconfiguraron en seis espacios más amplios, dotados de cinco baños completos y un aseo, mientras que las cuatro habitaciones en las esquinas de la primera planta, junto al salón y el comedor, incorporaron chimeneas para un toque de calidez. El antiguo cuarto de costura resurgió como el balcón que se intuía en la época de Don Jacinto, y la escalera, junto con el balcón interior y El Torreón, se vistieron con maderas frescas. Además, el sótano, descubierto inesperadamente, fue transformado en una bodega climatizada compuesta por dos estancias. La fachada se saneó, revelando la piedra original tan emblemática, y se rehabilitaron los pozos y se construyeron aljibes para almacenar la mayor cantidad de agua posible, esencial para regar los 7.000 m² de jardines.
LAS ROSAS DE "EL TORREÓN"

DONDE JAMÁS BROTÓ UNA ROSA

Desde que don Jacinto habitó su finca de campo, El Torreón, hasta que salió de allí para no volver -unos diez años- nunca hubo rosas en los rosales que allí se plantaron en varios arriates. En El Torreón hubo siempre petunias, jacintos y azucenas. Jamás brotó una rosa. Pues bien, desdé el día siguiente de la muerte de don Jacinto, comenzaron a salir rosas en aquellos rosales hasta entonces estériles; y desde aquel momento no han faltado media docena de rosas por lo menos, que se ofrecen a diario para ser cortadas y puestas en orden de amor y de perfección sobre la tumba de este franciscano de marfil, que sueña desde su cuerpo muerto la rosa viva, como fragante expresión continuada de su obra. Pétalo a pétalo, han ido naciendo desde el dia siguiente de la muerte de don Jacinto rosas frescas en El Torreón […].

Historia esencia y tradición. Recorte periódico.
Rosas rosas en Torreón de Don Jacinto. Historia esencia y tradición.

EL DÍA DE SAN JACINTO

A Don Jacinto le encantaba su Finca y recibía gente con cierta asiduidad. Año tras año, cada 17 de agosto y con motivo de su onomástica, San Jacinto, allí se reunían los directivos de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles para felicitar a su presidente de honor.
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